¿Ángeles o demonios? Esta es la pregunta que nos hacemos al observar el comportamiento de los jóvenes.
Por un lado, se guían por la frase «la vida es una sola y hay que disfrutarla y vivirla» y mantienen conductas de riesgo; por otro, exprimen al máximo su solidaridad aunque en ocasiones para ocultar sus malas acciones. Es el retrato de una sociedad en crisis.
Consumo de alcohol, cigarrillo y drogas, agresiones sexuales, irrespeto a sus mayores, indisciplina y violencia escolar, abandono prematuro de las aulas, rechazo de la inmigración y rebeldía sin freno hacia los padres... En definitiva, desorientación y desequilibrio entre la edad biológica y la psicosocial y comportamientos inadecuados o violentos. Es la radiografía de un elevado porcentaje de jóvenes que no encuentran su rumbo y que, por lo llamativo y alarmante de su conducta, difuminan la normalidad con que otros chicos viven su adolescencia y juventud.
Al escuchar este tipo de noticias nos lleva al debate sobre los valores de los jóvenes y se suscitan numerosas incógnitas sobre su futuro en una sociedad cambiante y también plagada de incertidumbres.
· ¿Qué está pasando?
· ¿Por qué deambulan de esta manera de los que se ice el presente de la patria?
· ¿Qué futuro les espera?
Los padres se lamentan, tiran la toalla y, en el peor de los casos, conceden a sus hijos cuanto piden, con tal de evitar el dolor de cabeza de aceptar la triste realidad de una sociedad en decadencia, pues la pérdida de valores es una realidad que a todos nos afecta y está poniendo en riesgo nuestra sociedad.
El problema es complejo y hay que abordar numerosos factores y contar con múltiples actores para analizarlo y buscarle una solución. En cualquier caso, todos se hacen una pregunta que de más esta:
¿Existe una crisis de valores en los jóvenes?
La respuesta, todos la conocemos, aunque en ocasiones nos hacemos los ciegos, sordos y mudos, y pensar tontamente “mientras no se metan con migo, no es mi problema”. «Sí, hay una crisis de valores», así lo afirman muchos educadores.
He aquí algunos de los aspectos que describen la situación juvenil.
El riesgo de la eterna adolescencia: Comportamientos contradictorios
¿Están sobreprotegidos nuestros jóvenes? ¿Corremos el riesgo de dejarles en una permanente adolescencia y de abocarles a cometer errores? Estas y otras preguntas surgen ante sus comportamientos y actitudes contradictorias. En efecto, psicólogos y pedagogos coinciden en que se están adelantando ciertos comportamientos de riesgo como el consumo de alcohol y otras drogas, así como conductas sexuales improcedentes y hasta delictivas. Al mismo tiempo, les cuesta desplegar plena y saludablemente su personalidad, lo que les lleva a quedarse anclados en una suerte de «adolescencia permanente», que perturba su proceso de maduración y condiciona su proyecto vital, según el profesor Valentín Martínez-Otero.
La bestia que llevamos dentro: Agresiones sexuales entre menores
Las denuncias de agresiones sexuales entre menores y a menores y que en muchas ocasiones no se sacan a la luz por temor a los prejuicios, hacen saltar todas las alarmas acerca del clima en que se educan los jóvenes. En el análisis de estos comportamientos y más allá del debate sobre la reforma de la Ley del Menor, el psicólogo y ex presidente de la Red Europea de Defensores del Menor, Javier Urra, asegura que vivimos en un clima pernicioso, sin valores, donde se banaliza la sexualidad y se fomenta el hedonismo, el nihilismo y el relativismo desde edades muy tempranas. Entiende Urra que, pese a que en general los padres se esfuerzan en hacerlo bien, falla la educación. Los chicos no saben dónde está el límite entre lo admisible y lo prohibido. Y es que los padres deben transmitir criterios limpios y principios de respeto al prójimo y cultivar la autoestima de sus hijos.
Beber hasta la embriaguez: Más menores se embriagan
Se ha vuelto para muchos “normal y cotidiano” ver a jóvenes embriagándose y sin embargo los padres y familiares no hacen nada por evitarlo.. En muchos casos, los adolescentes apenas tienen 13 años y se atiborran de mezclas de bebidas de alta graduación sin que sus padres lo sepan. En ciertas ocasiones se las ingenian para llevar el alcohol a los centros educativos y libar en estos a escondidas de los profesores y sus padres. Todo ello lleva a recordar que la familia y su estilo educativo son determinantes en la actitud de los jóvenes ante el alcohol y alertan de esta «es una actitud que no debe ser aceptada, ya que en la adolescencia no existe el consumo responsable de alcohol». Pero pocos padres aceptan el problema.
Más conscientes de sus peligros: El riesgo y la alerta se mantienen En este periodo de la vida los efectos de las drogas, como los del alcohol (droga también) son devastadores, según el último informe del Observatorio Español sobre la Droga, Y es cada vez mayor el número de jóvenes que se convencen de que las drogas provocan serios efectos sobre la salud. Esta convicción ha llevado también a la estabilización del consumo de tabaco y cannabis y al descenso de la cocaína, anfetaminas y éxtasis. Pero hay un dato preocupante, un alto porcentaje de adolescentes ha probado la cocaína. Además, mientras el consumo de alcohol es más alto en las chicas que en los chicos, éstos prefieren las drogas ilegales en mayor intensidad.
A la cabeza del fracaso y abandono: Tres de cada diez alumnos no termina
La escuela es un reflejo de la falta de valores, aunque paradójicamente sea uno de los lugares idóneos, junto a la familia, para inculcarlos. Las consecuencias del «vive la vida» se refleja en que España es uno de los países de la Unión Europea (UE) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con mayores niveles de fracaso y abandono escolar prematuro, dos fenómenos que se confunden pero que no son idénticos. Así, el porcentaje de alumnos que no siguen estudiando tras el periodo obligatorio de escolarización es del 31%, el doble de la media europea, y las cifras de fracaso son muy similares. Estos índices impiden a España cumplir los objetivos de la Declaración de Lisboa para 2010 que fijan en un 85 por ciento el índice de alumnos que deben conseguir el título de Secundaria posobligatoria (Bachillerato o Formación Profesional).
Ley del mínimo esfuerzo: Tarea de gestores, padres y profesores
La devaluación de la cultura del esfuerzo, la escasa relación de las familias con la escuela, el desprecio de la autoridad del profesor y la proliferación de leyes educativas cada vez más flexibles, forman un conjunto de factores contrarios al éxito escolar. En el caso de los alumnos y en relación con los valores, su esfuerzo es mínimo, porque mínima también es la exigencia para pasar de curso. Además, muchos de estos jóvenes sobre pasan la edad cronológica de acuerdo al curso en el que deberían estar y son estos los que no quieren seguir estudiando y tienen el colegio como un lugar para pasar el rato, cuando no para molestar. Como solución, se defiende una mayor exigencia y más conexión entre la escuela y la familia así como intensificar los planes específicos de atención a los alumnos con mayores necesidades, haciendo hincapié en las áreas y materias con peores resultados.
Víctimas y agresores: Burlas y agresiones contra profesores
Las agresiones entre los propios alumnos y las burlas y agresiones contra los profesores constituyen una de las manifestaciones más evidentes de la falta de valores entre los adolescentes y jóvenes. Lógicamente, estas denigrantes prácticas se producen con mayor intensidad a partir de los 12 años. Se necesita una legislación que reconozca la autoridad del profesor y una mayor implicación de las familias son imprescindibles para acabar con el problema, los mismo que unas sanciones más severas para los alumnos más conflictivos.
Desconfianza y ausencia de ideales: Conformismo irreversible
La desorientación vital que se advierte en un sector tan significativo de la sociedad como es el de los jóvenes conduce a la desconfianza, la depresión y la ausencia de valores así como a un conformismo sin retorno. Hay más jóvenes con conducta inercial y arriesgada, teledirigidos, abocados a problemas como enfermedades de transmisión sexual, violencia, sufrimiento, entre otros. Llama la atención la falta de referentes claros para los adolescentes, que ponen su mirada en el poder y el dinero que sus ídolos llegan a conseguir más que en los valores que puedan encerrar.
Colaboración entre familia y escuela: Instituciones para irradiar valores
La consideración pasiva y negativa de la situación puede derivar en un mayor desencanto. Es bueno reconocer los fallos pero no lo es tanto abandonar a su suerte a toda la sociedad. Las familias, con reacciones diversas ante los problemas, deben apoyarse en la aplicación de iniciativas para sacar a flote a los hijos. La escuela tampoco debe ser ajena. Así, «florecerán valores como la verdad, la sabiduría, el estudio, la sensibilidad, la cordialidad, el respeto, el compañerismo, la honradez, la apertura a la trascendencia».
“Si algo debe quedar bien claro en tu cerebro es que “no hay imposibles”. Puedes ser lo que quieras, grande o pequeño como quieras. Todo empieza en la imaginación, imagina que eres el mejor y lo serás, imagina que puedes y podrás. Pero tienes que acompañar tu pensamiento con la acción, de lo contrario no pasarás de ser un soñador”.