La migración y con ello la destrucción de la célula familiar en el país es una de las causas del aumento de embarazos en adolescentes.
El Ministerio de Salud Pública no tiene cifras oficiales, pero en los hospitales es notorio el aumento de embarazos en menores de edad.
Un sondeo efectuado en unidades de salud de las provincias de Pastaza, Azuay, Los Ríos, El Oro y Cotopaxi revela que más de la mitad de las mujeres que han salido embarazadas en los últimos tres años son menores de 18 años. Por testimonios de estas madres adolescentes se conoce que el embarazo en muchos casos fue por violación, curiosidad y sobre todo por la falta de los padres que emigraron a otros países.
Médicos de las provincias en mención señalaron que en los embarazos de las menores existe un alto índice de partos prematuros. Aún no ha cumplido quince años y ya es madre por segunda vez. El primer hijo lo tuvo a los once. En esa ocasión se convirtió en madre y hermana del bebé. Su padre la había violado desde que tenía 10 años.
Por vergüenza prefiere ocultar su nombre, ese que le puso su madre, la que hace siete años se fue a España y la dejó bajo el cuidado de su progenitor, en su casa de la población Mata de Cacao, en la provincia de Los Ríos. El caso de esta joven forma parte del grupo cada vez mayor de madres adolescentes del país que han pasado a esa condición, ya sea porque fueron violadas por familiares, vecinos o amigos con los que se quedaron mientras sus padres están en el extranjero, porque al no ser vigiladas por sus padres ausentes se iniciaron muy temprano en la actividad sexual, o porque decidieron tener sexo solo para saber cómo es.
El Ministerio de Salud Pública no tiene un número determinado de cuántas son, ni ha realizado un estudio de las causas y consecuencias de ese incremento, pero los médicos que las atienden indican que este fenómeno empezó en el 2000 con la migración de miles de madres ecuatorianas a otros países. La señal de aumento se muestra en las consultas y salas de partos de las casas de salud del Ministerio, que son las de mayor demanda del país.
Para este análisis se tomó como muestra los casos atendidos en las provincias de Pastaza, Azuay, Los Ríos, El Oro y Cotopaxi.
Según la Dirección de Salud de Pastaza, en esa provincia en los últimos tres años de 640 embarazos atendidos, el 61% corresponde a adolescentes de 13 a 17 años, provenientes especialmente de las comunidades indígenas y de las zonas rurales. Mientras que la Dirección de Salud del Azuay reporta que del 2003 al 2005 se han atendido 4.304 casos de maternidad de menores de 16 a 18 años. En el 2003 hubo 114 embarazadas menores de 15 años, 88 en el 2004, y 73 en el 2005. Pero estas últimas cifras no indican que haya una baja, ya que otras menores pueden haberse atendido fuera de la provincia o en sus domicilios, señalan los galenos de la zona.
En Los Ríos la incidencia es alta ya que de los más de 20 ingresos diarios en el área gineco-obstétrica del hospital Martín Icaza, de Babahoyo, el 70% son madres de 13 a 17 años, y de esa cifra más de la mitad proviene del sector rural, de Ricaurte, Ventanas y Buena Fe.
Una de las empleadas del área de posparto dice que antes de la migración no había tantas madres adolescentes (las de menor edad tenían 18 años), pero después se volvió algo común. Mónica Acosta, líder del centro gineco-obstétrico del hospital Sagrado Corazón de Jesús, de Quevedo, dice que hay chicas que a los 17 años ya han tenido tres partos, sus esposos son mayores de 70 años o menores de 18.
Otras, al igual que la niña violada por su padre en Mata de Cacao, llegan solas y rehúsan decir quién es el padre del bebé. Cuando les dan el alta se van como sonámbulas con sus hijos en brazos, dejando atrás la infancia que se truncó porque ellas lo quisieron o porque fueron obligadas.
Edmundo Chalén, jefe del área de gineco-obstetricia del hospital de Quevedo, refiere que desde el 2001 ha investigado sobre el incremento de embarazos en adolescentes en la provincia y ha visto un aumento en el número de usuarias niñas de 9 a 10 años (adolescentes primarias) en el hospital donde labora. “Han sido violadas, producto del incesto, o lo han hecho por voluntad propia”, cuenta Chalén.
“Es el síndrome del migrante. Créame usted que la madre se va y sus hijas que se quedan aquí tienen relaciones sexuales voluntariamente o son forzadas. Hay muy raros casos de chicas de 17 años que no hayan tenido sexo o no hayan salido embarazadas. La mayoría queda a cargo de sus abuelas, tías, primas, amigas o vecinas. Esto es un problema social, ya no tanto médico”, opina Chalén.
Ermel Romero Espinoza, subdirector técnico del hospital Teófilo Dávila, de Machala, dice que de 100 embarazadas que se atienden ahí, más del 70% son adolescentes y provienen no solo de la provincia de El Oro, sino de Tenguel, en Guayas; Alamor, Loja; y otros puntos cercanos a la provincia orense.
Para Gonzalo Arcos, responsable del área de neonatología del hospital de Latacunga, la mayoría de los casos tienen estrecha relación con la migración, pues son chicas que tras separarse de sus padres viven capítulos de angustias y soledad, sin nociones de educación sexual, por ello se entregan a sus parejas sin pensar en las consecuencias y buscando cariño.
A diferencia de las otras chicas que se embarazaron porque quedaron solas, Lourdes Rodríguez, de 18 años y estudiante del cuarto curso de un colegio de Quevedo, señala que no se embarazó accidentalmente, sino a propósito, porque quería saber cómo era ser madre.
Ella asegura que seguirá sus estudios y que sí está preparada para también cuidar a su pequeña. Su pareja tiene 18 años, pero cada uno vive en su casa.
20.000 MENORES de 17 años se convirtieron en madres en el 2005 en la provincia el Guayas. Dentro de esta cifra están aquellas que asistieron a las maternidades del Ministerio de Salud Pública y a la de la Junta de Beneficencia.
70% DE CIEN PARTOS en Pichincha corresponden a madres de entre 13 y 17 años. La mayor demanda de atención la tiene la maternidad Isidro Ayora, ubicada en Quito. Ahí llegan chicas de la zona urbana y del sector rural.
Piénsalo muy bien y toma la decisión correcta, pues las consecuencias pueden ser.........
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